Please enable JS

BAJO LA PREMISA DE PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO.

Entrar y salir libremente de un lugar, subir y bajar el cordón de una vereda sin ayuda, tomarse un colectivo o utilizar el transporte subterráneo, y permanecer en un lugar sin la necesidad de tener que pensar si va a poder o no ingresar a un baño público. Son acciones de la vida cotidiana que un ciudadano sin dificultades de movilidad realiza, naturalmente. De manera inconsciente y, a veces, sin siquiera guardar registro de ello en la memoria.


La situación cambia notablemente si se trata de personas con movilidad reducida. Para ellos, actividades tan simples como ir a estudiar o a trabajar, acudir una cita médica, a una reunión social o, simplemente, salir a dar una vuelta por el barrio representa una verdadera odisea si no cuentan con rampas de acceso, ascensores o plataformas elevadoras y baños adaptados que les permitan ingresar, circular y permanecer en cualquier espacio, de manera cómoda, autónoma y segura, en igualdad de condiciones con los demás cuidanos. Por eso, los miembros de Acceso Ya y su equipo de voluntarios salen a recorrer las calles de la ciudad para concientizar a los transeúntes sobre la importancia de contar con espacios accesibles, amigables e inclusivos.


No tener en cuenta que todos necesitamos ser reconocidos y negarles, en este caso, a las personas con movilidad reducida el acceso al pleno goce de sus derechos constituye la primera forma de violencia y falta de empatía en realidad de otro que necesita y merecer ser visibilizado”, expresó Mariel González, una trabajadora social, que paseaba con su pareja por el Parque Rivadavia y se sumó a esta nueva edición de la campaña "Ponete en mi lugar". Mariela consideró que “es fundamental analizar qué hace cada uno en favor de los derechos del otro, por ejemplo cuando vemos que alguien estaciona delante de una rampa. Ante determinadas situaciones tenemos que abrir los ojos y reconocer las dificultades del otro para poder ayudarlo.


La propuesta, que se repite mes a mes en distintas plazas y parques porteños, invitó a las personas sin movilidad reducida que transitaban por el lugar a subirse a una silla de ruedas y vivenciar, en un pequeño recorrido, los obstáculos arquitectónicos, urbanos y en el transporte a los que un sujeto con problemas de movilidad debe enfrentarse todos los días. Además, el staff de la ONG y sus voluntarios -personas con y sin movilidad reducida-, durante la actividad, repartieron folletería y ofrecieron a los participantes información acerca del trabajo que realizan, hace casi dos décadas, en defensa del derecho al acceso al medio físico.


Toda campaña de concientización es buena porque, a través de generar conciencia, las personas podemos lograr el cumplimiento de los tratados internacionales que en materia de Derechos Humanos, específicamente aquellos vinculados a la discapacidad, están vigentes en nuestro país”, aseguró Diego que, al desempeñarse como abogado, sabe fehacientemente sobre la necesidad y la importancia de poder garantizarle a todos los sujetos que conforman el colectivo poblacional de personas con movilidad reducida el pleno goce y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales, entre ellos el derecho a una ciudad sin barreras.