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HISTORIAS DE ACCESO: LAURA PIATTI, UNA MUJER QUE QUIERE VIVIR CON DIGNIDAD.

El 23 de julio de 2003, Laura Piatti llegó a Buenos Aires a bordo de un avión sanitario. Tenía 35 años y estaba por iniciar unas vacaciones con su familia en Bariloche, cuando tuvo un accidente automovilístico que le dejó como secuela una discapacidad motriz. “Mi familia no se animaba a decirme que las lesiones en la columna me habían provocado una cuadriplejia completa, es decir, que tenía afectados tanto los miembros superiores como los inferiores y que, por ende, no volvería a caminar”, contó Laura a Acceso Ya.


Después del accidente Laura estuvo un año internada en un centro de rehabilitación y otro más viviendo en la casa de un familiar mientras acondicionaban la suya para que fuera funcional a la silla de ruedas. “Cuando volví mi hijo de 7 años y yo tuvimos que empezar de nuevo, solos”, dijo esta valiente y luchadora mujer que encontró su “salvación psicológica” en la natación. A diferencia de lo que le sucede en las superficies firmes, en la pileta Laura puede moverse por sus propios medios, sin la ayuda de nadie, porque el agua no presenta barreras físicas.


“La Argentina es un país para personas sanas, porque las ciudades, los bares, los cines, los restaurantes, los estadios de fútbol y ningún rincón de nuestro territorio está preparado para quienes necesitamos condiciones de accesibilidad para poder ingresar, desplazarnos y permanecer de manera autónoma como el resto de los habitantes”, dice Laura, que después de cinco años de reclamos al GCBA, gracias a la intervención de Acceso Ya, logró que se arreglaran las veredas aledañas a su domicilio. “Buscaba en Internet algo que me ayudara a sortear los problemas de inaccesibilidad a los que debo enfrentarme diariamente y los encontré a ustedes. Empecé a mandarles fotos de las veredas rotas y las rampas obstruidas por autos mal estacionados. Cuando les envié las imágenes de la falta de accesibilidad en el Mc Donald’ s de Corrientes y Medrano, me preguntaron si con el patrocinio jurídico de ustedes estaba dispuesta a llevar adelante una demanda colectiva. Dije que sí porque no tengo nada que perder y mucho por ganar”, dice Laura sobre su vínculo con la ONG.


Todavía son demasiados los lugares inaccesibles tanto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como en el interior país; pero no se trata solamente de derribar las barreras arquitectónicas sino también de la necesidad de contar con un servicio de transporte público accesible: “Cuando viajo en colectivo, por ejemplo, las rampas nunca funcionan y son muy pocos los choferes serviciales que se arriman al cordón de la vereda y te ayudan a subir o a bajar”, cuenta Laura, que tiene la esperanza de que todas las estaciones de subtes sean aptas para personas con movilidad reducida: “Sería una alternativa más práctica y rápida”, cree.


Aún queda un largo y dificultoso camino por recorrer para lograr un entorno inclusivo, libre de barreras físicas en los ámbitos urbanos, arquitectónicos y en el transporte, tal como establece la Ley de Accesibilidad vigente. Laura Piatti lo sabe. Por eso, durante la charla, enumeró los nombres de los lugares inaccesibles que le restan por denunciar: “Lo hago porque quiero vivir con un poquito de dignidad y también porque, antes de haber sufrido el accidente que me dejó cuadripléjica, era ignorante y poco solidaría con las personas con discapacidad. No pensé que sufrían tanto y ahora lo sufro en carne propia”, dijo.