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LA ACCESIBILIDAD NO ES UN PILAR EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL DE LOS ESTUDIANTES DE ARQUITECTURA DE LA FADU.

Ubicada en el barrio porteño de Nuñez, entre el Club Atlético River Plate y el Río de la Plata -cerca del Aeroparque Jorge Newbery y de las Avenidas Lugones, Intendente Cantilo y Costanera Rafael Obligado-, la Ciudad Universitaria de Buenos Aires es uno de los campus pertenecientes a la Universidad de Buenos Aires (UBA), una de las entidades educativas estatales más reconocidas de la Argentina. Allí, en Pabellón III, sobre la Avenida Intendente Güiraldes al 2100, se levanta la sede principal de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), la unidad académica encargada de formar a los futuros profesionales del diseño de espacios urbanos, e increíblemente en sus instalaciones la accesibilidad integral aún es una asignatura pendiente.


El último relevamiento realizado por Acceso Ya, en mayo 2018, develó que actualmente la FADU cuenta únicamente con dos ingresos laterales a nivel para personas usuarias de silla de ruedas. Uno de ellos está entre los Pabellones II y III, con espacios reservados para el estacionamiento de autos. Sin embargo, su uso resulta dificultoso para las personas con movilidad reducida que llegan a la Facultad en transporte público porque tienen que recorrer una distancia de aproximadamente tres cuadras, sin reparo en caso de lluvia, frío o pleno sol, por calles con circulación vehicular, debido a que las veredas poseen un innecesario escalonamiento. 


El acceso al bufé estudiantil, por ejemplo, es inaccesible porque está limitado por molinetes y, si bien junto al mostrador el espacio es el adecuado para la circulación de usuarios de silla de ruedas, las mesas tienen sillas fijas que impiden su aproximación. En tanto, a excepción de los talleres ubicados en el entrepiso de la primera planta, el resto de los espacios destinados a las clases son accesibles. No ocurre lo mismo con los sanitarios. El primer y segundo piso cuenta con retretes accesibles para hombres y mujeres, pero no cumplen con la normativa vigente en cuanto a espacio suficiente para permitir el giro una silla de ruedas.


Resulta paradójico que la Casa de Estudios de los futuros arquitectos, lejos de ser un lugar modelo, aún presente falencias en torno a sus condiciones de accesibilidad. Tan incomprensible como la poca importancia que, tanto arquitectos como docentes y alumnos, le otorgan a una temática que debería constituir un de los pilares de la carrera. “La mayor falencia es la falta de conciencia ciudadana, tanto dentro como fuera de la comunidad educativa. No obstante, el Plan de Estudios tampoco ayuda porque no contempla una materia anual sobre accesibilidad y discapacidad y, durante seis años de cursada, en todos los proyectos de obra, solamente nos exigen la construcción de una rampa en los ingresos”, cuenta Juan José Santillán, voluntario de Acceso Ya y estudiante de arquitectura de la FADU. En consecuencia, es difícil imaginar a estudiantes y arquitectos con un alto grado de conciencia y compromiso respecto a la importancia de crear entornos accesibles, amigables e inclusivos si recién en el último año, en legales, tratan la Ley 962- Modificación del Código de Edificación Urbana. “Accesibilidad física para todos”-actualmente reemplazada por el Nuevo Código de Edificación de la ciudad- y tienen únicamente una materia optativa, dictada por el Centro de Investigación Barreras Arquitectónicas, Urbanísticas y en el Transporte- Comisión Pro Medios Accesibles (CIBAUT COPROMA), vinculada a la accesibilidad.


Porque se necesita mucho más que una materia cuatrimestral -no obligatoria- para comprender el impacto negativo que produce la falta de accesibilidad en la vida de quienes tenemos movilidad reducida. Hace falta mucho más que una rampa para entender que la ausencia de condiciones de accesibilidad nos impide protagonizar o acompañar momentos únicos e irrepetibles en nuestras vidas o en la de nuestros seres queridos.


Todos los actores sociales que formamos parte de la carrera de Arquitectura deberíamos intervenir en la revisión del Plan de Estudios y proponer mejoras que nos permitan, primero generar y fomentar una mayor conciencia acerca de la problemática que representa la falta de accesibilidad en la ciudad y luego, adquirir experiencia en el trato de personas con movilidad reducida”, señala Juan José convencido de que para lograrlo “necesitamos crear redes de trabajo colaborativo con organizaciones como Acceso Ya, especialista en la temática, y, conjuntamente con otras Facultades, llevar a cabo acciones que incluyan el aspecto social. También es importante que las adaptaciones estén bien hechas y sean estéticamente lindas para que las personas que las utilicen se sientan tan cómodas y seguras como aquellas que suben una escalera”.


Todos los que formamos parte de Acceso Ya somos conscientes de que, en algún momento, por distintas circunstancias, podemos necesitar una rampa de acceso, un ascensor o plataforma elevadora y/o un baño adaptado. Por eso, la frase que cierra esta nota sintetiza a la perfección nuestro sentir “Más allá de cumplir con una ley, la accesibilidad es una cuestión de empatía con la realidad del otro”, afirma Juan José Santillán.