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NINGUNA BARRERA ARQUITECTÓNICA PUEDE FRENAR UN SUEÑO.

Tristeza, mucha tristeza, me provocan las palabras de Ana Laura Torres, una joven de 24 años, estudiante de enfermería, que sueña con poder brindarle a otras personas el mismo cariño y contención que recibieron ella y su familia, durante sus años de adolescencia, cuando el dolor y la angustia se apoderaron de su cuerpo.


La enfermedad de Charcot–Marie–Tooth (CMT) –una neuropatía hereditaria que afecta los nervios periféricos, es decir los nervios que están por fuera del cerebro y la médula espinal- que, entre otras tantas lesiones, le provoca una fractura crónica de tibia y peroné y una esclerosis degenerativa- deformidad rotacional compleja tridimensional de la columna, resultado de la degeneración progresiva de los elementos vertebrales en la edad madura-, fue el diagnóstico que le dieron los médicos que “venían me analizaban y se iban. Nunca hubo, de su parte, ningún tipo de acercamiento ni contención emocional”, cuenta Ana Laura, que utiliza un bastón Canadiense para mantener el equilibrio al caminar y evitar las caídas. Ana Laura está en la ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, y yo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (C.A.B.A.). No nos conocemos personalmente y sin embargo, sus palabras me duelen como si la conociera de toda la vida. Los kilómetros de distancia que nos separan parecen no existir. Porque en una y otra punta de la Argentina los actos de exclusión y discriminación que sufrimos las personas con discapacidad motriz son los mismos. Mis sentimientos de bronca, impotencia e indignación se acrecientan a medida que conozco su historia.


La Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB), ubicada en la ciudad de Comodoro Rivadavía, es la institución académica en la que Ana Laura cursa primer año de la licenciatura en Enfermería y, para hacerlo, permanentemente, debe sortear las múltiples barreras arquitectónicas presentes y también enfrentarse a la falta de empatía y respeto de autoridades, docentes y compañeros. “La profesora de Ciencias Biológicas, por ejemplo, me dijo que esta no era una carrera para mí”, relata. Y agrega: “Las Personas con Discapacidad acá, en Comodoro, somos ignoradas porque no existe ninguna organización pública ni privada que defienda nuestros derechos. No hay organismos de control y nadie respeta nada”.


Respecto a las condiciones de accesibilidad de la UNPSJB, Ana Laura explica que “la rampa de ingreso al edificio es tan extensa y tiene una pendiente tan elevada que es más cómodo y seguro subir y bajar por las escaleras, agarrada del pasamanos”. Inmediatamente después, se encuentra con el segundo obstáculo a superar: los molinetes. “No hay una puerta de acceso para las personas con movilidad reducida y los encargados de seguridad nunca están en la puerta para solicitarles que me abran el molinete. Entonces, tengo que esperar que alguna persona bien predispuesta me ayude a pasar”, continúa esta mujer, de espíritu inquebrantable, que concurre al lugar con el tiempo de anticipación suficiente para –espera mediante- no llegar tarde a clases.


La odisea, una vez en el interior del establecimiento, sigue en las aulas y en los ascensores. “Cuando curso en el tercer piso, tengo que hacer una combinación entre dos ascensores porque uno de ellos solo llega hasta el primero o subir un piso por escalera porque nadie me cede el lugar, entonces tengo que esperar veinte o treinta minutos para poder utilizarlo”, asegura.

Al mismo tiempo, Ana Laura, afirma que “la falta de consideración hacia el otro es la causal de que tampoco se respeten los asientos, de las primeras filas, supuestamente, reservados para personas con movilidad reducida”.


Son muchos los escollos que Ana Laura, como otros millones de argentinos -distribuidos a lo largo y a lo ancho del país-, debe superar para poder estudiar y alcanzar su objetivo. Sin embargo, ninguna barrera arquitectónica o urbana puede frenar su compromiso y vocación por cuidar a las personas que lo necesiten como, alguna vez, la cuidaron a ella. Por eso, Acceso Ya inició los reclamos correspondientes para que la UNPSJB realice las obras de accesibilidad necesarias para garantizar el acceso, permanencia y circulación de las personas con movilidad reducida, en igualdad de condiciones y oportunidades con los demás.