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UN ÍCONO DE LA CULTURA MUNDIAL, POCO ACCESIBLE PARA PERSONAS CON MOVILIDAD REDUCIDA.

Cuando hablo de que “lo discapacitante es el entorno”, me refiero a que son las barreras arquitectónicas, urbanas y en el transporte -y no la propia condición de discapacidad motriz o movilidad reducida-las que impiden a este colectivo poblacional participar activamente de la vida social y desarrollar al máximo sus potencialidades. Entiendo que el derecho al acceso al medio físico es primordial para el goce de los demás derechos y libertades fundamentales de todos los seres humanos, entre ellos el derecho al acceso al esparcimiento y la cultura.


Como ocurre la mayoría de las veces, lamentablemente, las dificultades se hicieron presentes una vez más. Otra vez, como si tener movilidad reducida implicase una condena. Un castigo que no te permite disfrutar, por ejemplo, de un espectáculo musical. Ya he hablado en reiteradas oportunidades, en este mismo sitio, acerca de las limitaciones que tiene una persona con movilidad reducida a la hora de asistir a cines, teatros y otros espacios culturales por la simple y sencilla razón de que son muy pocos los lugares que cuentan con las condiciones de accesibilidad necesarias para que cualquier persona, más allá de sus condiciones físicas, pueda acceder, circular y permanecer de manera cómoda, autónoma y segura.


Hoy voy a hacer referencia a las escasas condiciones de accesibilidad de una de las salas de ópera más importantes del mundo. Su rico y prestigioso historial, sumado a sus excepcionales condiciones acústicas y arquitectónicas, ubican al Teatro Colón -Cerrito 628, C.A.B.A.- al mismo nivel de teatros como la Scala de Milán, la Ópera de París, la Ópera de Viena, el Covent Garden de Londres y el Metropolitan de Nueva York. Sin embargo, este monstruo que es un centro de referencia para la ópera, la danza y la música académica mundial, y un orgullo para nuestra cultura, parece no haber sido planificado y diseñado acorde a los requerimientos de los espectadores con movilidad reducida, a menos que tu poder adquisitivo te permita adquirir un Palco.


Mi desafortunada experiencia comenzó al llegar a la entrada por la que debía ingresar, de acuerdo a mi ubicación -tenía Platea para ver una ópera-. Me mandaron al ingreso que cuenta con ascensor pero, para mi desagradable sorpresa, solo llaga a los palcos. En consecuencia, al llegar a dicha altura, ayudada por las personas que me acompañaban, tuve que descender seis o siete escalones para acceder a la Platea. Situación que repetimos, a la inversa, a la hora de retirarnos. Como persona usuaria de silla de ruedas me apena inmensamente que un ícono de la cultura Argentina y Mundial no cuente con ascensores o plataformas elevadoras que lleguen a todas las ubicaciones, porque aquellos que no tenemos la posibilidad económica de acceder a un Palco nos perdemos la oportunidad de disfrutar de un espectáculo cultural o, como sucedió en este caso, ponemos en riesgo tanto nuestra integridad física como la de terceros. Asimismo, cabe destacar que la ausencia de niveles de accesibilidad total sumada a la falta de recursos que te permitan acceder a un lugar preferencial da como resultado un acto de doble exclusión: por condición física y económica.


Como expresé en anteriores ocasiones, siento que a los dueños de cines, teatros y centros culturales, por solo nombrar algunos lugares en los que se realizan distintos espectáculos artísticos, les cuesta un enorme trabajo considerar al colectivo poblacional conformado por las Personas con Discapacidad (PcD) y también a las personas con movilidad reducida - niños pequeños, mujeres embarazadas, personas mayores y lesionados temporales- como posible público asistente a dichos eventos culturales. Porque estos señores empresarios, al igual que una amplia mayoría de nuestra sociedad, no escapan al erróneo concepto que se formó y naturalizó respecto a que las PcD y/o con movilidad reducida no formamos parte del caudal económico del país porque no salimos, no consumimos, no vivimos. Así de simple, así de triste. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, lo que sucede es que constantemente nos encontramos con espacios inaccesibles que nos impiden salir, consumir y vivir, de manera independiente y en igualdad de condiciones con los demás ciudadanos.


Por eso, en estas fiestas, desde Acceso Ya, te invitamos a que te sumes a nuestra causa por conseguir un entorno accesible, amigable e inclusivo. Denunciá la presencia de barreras arquitectónicas, urbanas y en el transporte en: legales@accesoya.org.ar, y ayúdanos a lograr juntos una ¡Ciudad Sin Barreras!