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FERROCARRIL ROCA: HUDSON, UNA ESTACIÓN QUE TE RECIBE CON DESCARGAS ELÉCTRICAS.

Una casualidad. Un hecho fortuito que dejó al descubierto el desamparo al que están expuestos los vecinos de la ciudad costera de Hudson, ubicada en el Sur del Gran Buenos Aires. Daniel Nimerovsky llegó a la estación ferroviaria de la ciudad homónima apoyado sobre un bastón, su andar es lento pero sin pausas. Dos operaciones de cadera en la pierna izquierda y otras tantas en la derecha a causa de accidentes viales le provocaron falta de equilibrio al caminar, principalmente cuando tiene que sortear algún obstáculo o subir y bajar escaleras. Por eso, se acercó a la rampa de acceso y al primer contacto de su mano con la baranda de apoyo, ubicaba únicamente en uno de los laterales, sintió un cosquilleo en los dedos. Por el barral -sostén para que, tanto las personas con poca estabilidad física como también aquellas que circulan con coches de bebés o son usuarias de silla de ruedas, no se vayan de golpe hacia atrás o adelante- corría electricidad.


Los pasajeros de la Línea General Roca -operada por la empresa Trenes Argentinos Operaciones- estamos completamente desprotegidos y las personas usuarias de silla de ruedas o con movilidad reducida, como es mi caso, más todavía porque a las precarias condiciones de accesibilidad de la estación tenemos que sumarle la falta de seguridad personal provocada por este tipo de irresponsabilidades que ponen en peligro nuestra vida”, recuerda Daniel aún indignado por la lamentable experiencia que vivió.


Daniel vive en el barrio La Porteña desde su inauguración, en 2005. En aquel entonces, el tren era el único medio de transporte disponible para moverse hacia cualquier lado. Después, aparecieron los primeros colectivos aunque aún hoy, 14 años después, Daniel tenga que transitar las diez cuadras que separan su casa de la estación a pie porque “esperar al único colectivo que ingresa al barrio es como ganarse la ‘lotería’”. La electrificación de la Línea General Roca, que aún no llegaba a Hudson, continuó en 2017 pero Trenes Argentinos Operaciones decidió que el ferrocarril no parara allí hasta que no estuviese terminada la obra de elevación de los andenes. Ante este acto al que consideraron discriminatorio, un grupo de vecinos -entre ellos Daniel- lograron impedir la circulación de las formaciones hasta que éstas no se detuvieran en Hudson.


La estación completa fue nuevamente habilitada una vez finalizadas las obras de remodelación. Sin embargo, una vez más, los vecinos se reunieron y accionaron para exigir la reapertura de los dos accesos a los andenes y el único cruce de vías a nivel que fueron clausurados por Trenes Argentinos Operaciones al poco tiempo de haber sido inaugurados. “Ambas reformas son muy utilizadas, principalmente por los pasajeros con movilidad reducida, porque nos permiten evitar las escaleras”.


Tres denuncias por alta tensión en la baranda lateral de la rampa de acceso a la estación ante Trenes Argentinos Operaciones y ninguna respuesta. Pero eso no es todo. “El domingo 21 de abril, hace menos de un mes, presencié el momento en el que una mujer, que esperaba el tren en el segundo anden, recibió una descarga eléctrica al apoyarse en una columna de hormigón y tuvo que ser traslada en ambulancia al hospital más cercano”, cuenta Daniel que, atento a la situación, decidió verificar con un buscapolos la diferencia de tensión con respecto a la tierra en otras columnas de hormigón y en todas obtuvo el mismo resultado: pese a no ser metálicas, marcaron una tensión de 220 Volts. “Dejé constancia de ello en la última denuncia realizada por lo que sucede con el pasamanos de la rampa”.


Daniel, afortunadamente, supo transformar una situación de abandono por parte de las autoridades de Trenes Argentinos Operaciones en una oportunidad. Él hace lo que los encargados de la prestación de los servicios de transporte ferroviario parecen no poder. “Ya realicé las mismas pruebas que en Hudson en las estaciones de Berazategui y Quilmes, ambas con idénticos resultados. Una vez más, tras corroborar con el buscapolos la existencia de distintos niveles de voltajes en barandas de rampas para personas con movilidad reducida, columnas de hormigón, techos y asientos, asenté una denuncia en el libro de quejas de cada estación”, explica este hombre que dedica parte de su tiempo a intentar visibilizar una problemática que muchos no ven. Porque no la sienten, no la viven o simplemente porque, lamentablemente, se acostumbraron a la desidia de un Estado ausente. Se acostumbraron a que es normal que el servicio de trenes no funcione con normalidad y que las estaciones no brinden la seguridad necesaria para, entre otras cosas, poder apoyarte en una baranda, en una pared de hormigón o sentarte a esperar el tren sin poner en riesgo la vida. Se acostumbraron a ser los eternos olvidados. Sin embargo, existen casos y nombres como el de Daniel Nimerovsky que creen que una sociedad más justa e inclusiva es posible y apuestan por ello. Porque creen firmemente en la idea de que el derecho de uno es el derecho de todos.